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En España y sus instituciones académicas de carácter jurídico y político es tradición solicitar la participación en jornadas y conferencias mediante el «llamado a comunicaciones». Se podría pensar que ese llamado a comunicaciones es sinónimo del clásico «call for papers» de las conferencias internacionales, porque coincide en una de las acepciones que el diccionario de la lengua española le otorga cuando define comunicación como «escrito sobre un tema determinado que el autor presenta a un congreso o reunión de especialistas para su conocimiento y discusión». No lo es. En el ámbito de las ciencias jurídicas, mi experiencia es que la expresión «llamado a comunicaciones» refleja una cultura de discusión científica pobre.

La palabra «comunicaciones», por un lado, desvalora las contribuciones que se aceptan como tales, ya que las comunicaciones se distinguen de las conferencias y ponencias, que suelen quedar reservadas a los invitados con cargos relevantes, sean catedráticos o magistrados o cualquier otro puesto de renombre. Esa diferencia me resulta chocante, porque para eso mejor no hacer un llamado a comunicaciones. El call for paper, en cambio, presupone que quienes envían propuestas deben probar un contenido de una calidad tan alta como para ser invitado a la conferencia o jornada. Pero lo que resulta totalmente inaceptable es la tradición española de mandar todas las comunicaciones al final de la jornada, y no dar la oportunidad de exponer las ideas propuestas y aceptadas para una conferencia con igual o similar consideración que los demás participantes. Es una falta de respeto. La consecuencia es una significativa reducción de los incentivos científicos para presentar propuestas de comunicaciones, cuya motivación, en cambio, puede fundarse en una buena medida en la necesidad de obtener certificados para completar los gruesos expedientes destinados a los actuales procesos de evaluación académica.

Voto por un verdadero «call for papers» frente al «llamado a comunicaciones». Y eso no significa, por supuesto, tener que usar la expresión inglesa, sino que la convocatoria a presentar propuestas de participación en un congreso refleje el compromiso con una cultura de discusión científica inclusiva y respetuosa de la ideas.

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