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Quien debe actuar en el caso de Siria?

septiembre 6, 2013

Por Ricardo Arredondo[1]

El próximo lunes el Congreso de los Estados Unidos debatirá la cuestión de las violaciones masivas a los derechos humanos en Siria, incluyendo el ataque con armas químicas en el que murieron 1.429 personas, atribuido al Gobierno de Bashar Al-Assad.  Esta decisión tiene importantes repercusiones para el conjunto de la comunidad internacional, ya que estamos ante la disyuntiva de una acción colectiva autorizada por las Naciones Unidas o un ataque armado unilateral (intervención humanitaria) por parte de los Estados Unidos y algunos otros pocos países que han decidido acompañarlos en lo que sería una nueva aventura al margen del derecho internacional.

Si bien los mandatarios en la reciente Cumbre del G-20 en Rusia expresaron su preocupación por la escalada del conflicto en Siria y sus efectos en la economía global, se observó una clara oposición entre ellos respecto a la decisión de quién debe intervenir en Siria. La Presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner y el Presidente ruso Vladimir Putin estuvieron acompañados por varios otros líderes del G-20 en su oposición a la intervención militar, mientras que Francia, Turquía, Canadá y Gran Bretaña respaldaron el llamamiento del Presidente de los EE.UU. Barack Obama en su intención de utilizar la fuerza armada en respuesta a la supuesta utilización de armas químicas por el régimen de Al-Assad.

Mientras tanto, según el New York Times, el Pentágono habría planificado opciones adicionales para atacar Siria, que podrían incluir el uso de bombarderos de largo alcance, y funcionarios estadounidenses habrían mencionado la posibilidad de que el Departamento de Defensa suplante a la CIA en la responsabilidad de formar a los rebeldes. Por su parte, según Reuters, la Guardia Revolucionaria de Irán habría ordenado a grupos militantes chiitas en Irak atacar objetivos estadounidenses si el gobierno de Obama lleva a cabo una intervención punitiva.

Como lo expresaron los ex senadores estadounidenses Joe Lieberman y Jon Kyl en el Wall Street Journal, la decisión de los Estados Unidos de intervenir “humanitariamente” no busca proteger a la población siria sino la “credibilidad” estadounidense. “¿Somos un país que nuestros amigos pueden confiar y nuestros enemigos temer? ¿O nos perciben como una superpotencia disfuncional dividida y en retirada, cuyas palabras y advertencias ya carecen de sentido?”. El senador Rand Paul manifestó que Obama y su gobierno ven el voto en el Congreso como un voto de cortesía y, a pesar de que sólo el 9% de la población estadounidense apoya esta intervención e incluso si el Congreso votara en contra de ella, el Presidente se reserva el derecho intervenir en un conflicto armado en otro país.

Como afirmé en diversos artículos, documentos y más extensamente en mi libro sobre esta materia, ese alegado derecho de intervención humanitaria no existe o es rechazado por el conjunto de la comunidad internacional. Nuevamente lo puso de manifiesto indirectamente el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, al señalar que cualquier tipo de intervención armada en Siria debería contar con la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU.

La acción de la ONU, que la Argentina ha apoyado en su carácter de miembro no permanente del Consejo de Seguridad, es una “acción colectiva de naturaleza humanitaria” en el marco del Capítulo VII de la Carta. Creo firmemente que deberíamos tomar un rol más activo en este tema, tomando en consideración la reconocida tradición argentina de defensa de los derechos humanos.

Si el equipo de inspectores de la ONU encontrara pistas que apunten a la culpabilidad de Al-Assad, el Consejo de Seguridad debería emitir una resolución que condenara el uso de armas químicas y las violaciones a los derechos humanos en Siria, alentara fuertemente a Siria a unirse a la Convención sobre Armas Químicas y autorizara una acción colectiva que implique de ser necesario el uso de todos los medios disponibles para poner fin a un conflicto que se ha cobrado más de 150.000 muertos, 2 millones de refugiados y casi 5 millones de desplazados internos. Más vale tarde que nunca.


[1] Doctor en Derecho. Profesor de Derecho Internacional Público (UBA). Autor de Intervención humanitaria y responsabilidad de proteger: Hacia un nuevo paradigma de protección de los derechos humanos, ISEN-Catálogos, 2012.

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