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Ciudadanías en venta en la UE

diciembre 10, 2013

No es nada nuevo, porque de una u otra manera ya se hace en varios países europeos y también en EE.UU. mediante visados de inversión u otros mecanismos de entrada, pero hoy es noticia la novedad de que Malta, ese pequeño estado miembro de la UE, tiene planes de poner en venta sus pasaportes, que son también de la UE, por 650 mil Euros. La primera reacción es usualmente referirse a los problemas de seguridad que estos planes traen aparejados. Sin embargo, quizá los problemas de seguridad que representan los muy pocos que tengan ese dinero para comprar un pasaporte maltés sean mínimos. Como afirma Michael Sandel en su libro sobre los límites morales del mercado, los problemas más graves son la desigualdad y la corrupción que supone poner a la venta un bien que quizá no debería estar disponible en el mercado. El socavamiento del valor de la igualdad no requiere mayor elucidación. La corrupción sí merece una explicación, porque no se trata de que el sistema de otorgamiento de la ciudadanía sea corrupto, sino de la degradación de los valores que comporta la ciudadanía, que se corrompen cuando se pueden comprar o vender sin más, como si fuesen perlas o salchichas. La ciudadanía debería ser más parecida a la amistad, y una amistad que se puede comprar y vender no es fiable ni deseable.

5 Responses to “Ciudadanías en venta en la UE”

  1. Luisrod Says:

    No estoy seguro de que Sandel tenga razón en que la ciudadanía sea como la amistad. Si no debemos venderla, me parece que es por otras razones, no porque el dinero la desvirtúe como devirtuaría una amistad comprada. Un abrazo.

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  2. BorjaBarra Says:

    Yo tampoco estoy nada seguro de que la comparación mucho sentido, aunque quizá por motivos distintos:
    1. Como dice B. Milanovic (http://www.lse.ac.uk/assets/richmedia/channels/publicLecturesAndEvents/slides/20110208_1830_theHavesAndHaveNots_sl.pdf) aproximadamente el 80% de las diferencias globales (mundiales) de ingresos nuestros ingresos están determinados por dos circunstancias irrelevantes desde un punto de vista moral: nuestro lugar de nacimiento (60%) y los ingresos de nuestros padres (20%).
    2. Desde este punto de vista, o sea, si la ciudadanía es una «rent», ¿por qué no establecer un impuesto muy alto a la ciudadanía, como cualquier igualitarista estaría dispuesto a aceptar para las herencias (Piketty&Saez: 50-60%, o incluso superior: http://elsa.berkeley.edu/~saez/piketty-saezECMA13.pdf)

    Obviamente no digo que esto esté directamente relacionado con el caso de Malta. Y tampoco que la comparación no tenga sentido dentro de la teoría comunitarista de Sandel (ved la diapo 42 de Milanovic: philia como argumento pro «rent»). Digo que dentro de un liberalismo igualitario más o menos cosmopolita la comparación no crea que sea muy acertada (no veo demasiado claro cómo la amistad podría llegar a ser una «rent»). Un abrazo.

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  3. Luis y Borja coinciden en que la comparación ciudadanía/amistad no es acertada. Puede ser que haya algo de idealización de la ciudadanía, una idea que puede parecer algo nostálgica en tiempos de globalización. Pero la ciudadanía tiene implicaciones mayores que incluso la nacionalidad, porque significa la posibilidad de tener una participación política completa en la sociedad. Por eso quizá es importante la distinción del caso maltés, donde no se ofrece la residencia a cambio de una inversión, sino la ‘nacionalidad’ a cambio de dinero. Si esto se acepta, entonces habría que revisar el estatuto de ciudadanía europea, que aunque es débil, comporta privilegios y derechos que son importantes. Además, en términos distributivos, quizá los ingresos producidos por la venta de pasaportes malteses debería distribuirse en la UE, porque en definitiva es un bien que se valora por el hecho de ser no sólo un pasaporte de Malta, sino de toda la UE.
    En cuanto a los argumentos a favor de políticas basadas en un liberalismo igualitario cosmopolita, como las que avanza Borja, creo que se podrían discutir, y en su caso, implementar con independencia de la discusión sobre ciudadanía como participación política en una cierta sociedad, porque se podría simplemente configurar como un impuesto por el lugar de nacimiento o la nacionalidad, en definitiva, un impuesto por la suerte que a cada uno le toca en la lotería natural ligada al país donde nacemos.

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  4. Sobre el valor del concepto de ciudadanía en la globalización, al que me referí en el anterior comentario, se puede leer el libro de Peter Spiro, Beyond Citizenship. American Identity After Globalization (2008). Un artículo sobre este tema y por el mismo autor, aunque algo más antiguo, está disponible para descargar gratuitamente en: http://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract-id=322360

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  5. Magdalena Martín Says:

    La noticia es impactante, pero no hay que olvidar que la atribución de la nacionalidad (y en el caso de la UE por ende el estatuto de ciudadanía europea) sigue siendo competencia exclusiva de los Estados, tanto en lo que se refiere a los criterios de atribución como en las gestiones administrativas de implementación. Como el caso Nottebohm recuerda, otra cosa es la efectividad de la nacionalidad (que históricamente se ha podido «adquirir» , cuando no «comprar» con gran facilidad). Habrá que ver las reaccciones -if any- de las Instituciones Europeas…

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